domingo, 2 de marzo de 2008

Poemas



Gabriela Mistral - "Besos"





Hay besos que pronuncian por sí solos



la sentencia de amor condenatoria,



hay besos que se dan con la mirada



hay besos que se dan con la memoria.





Hay besos silenciosos, besos nobles



hay besos enigmáticos, sinceros



hay besos que se dan sólo las almas



hay besos por prohibidos, verdaderos.





Hay besos que calcinan y que hieren,



hay besos que arrebatan los sentidos,



hay besos misteriosos que han dejado



mil sueños errantes y perdidos.





Hay besos problemáticos que encierran



una clave que nadie ha descifrado,



hay besos que engendran la tragedia



cuantas rosas en broche han deshojado.





Hay besos perfumados, besos tibios



que palpitan en íntimos anhelos,



hay besos que en los labios dejan huellas



como un campo de sol entre dos hielos.





Hay besos que parecen azucenas



por sublimes, ingenuos y por puros,



hay besos traicioneros y cobardes,



hay besos maldecidos y perjuros.





Judas besa a Jesús y deja impresa



en su rostro de Dios, la felonía,



mientras la Magdalena con sus besos



fortifica piadosa su agonía.





Desde entonces en los besos palpita



el amor, la traición y los dolores,



en las bodas humanas se parecen



a la brisa que juega con las flores.





Hay besos que producen desvaríos



de amorosa pasión ardiente y loca,



tú los conoces bien son besos míos



inventados por mí, para tu boca.





Besos de llama que en rastro impreso



llevan los surcos de un amor vedado,



besos de tempestad, salvajes besos



que solo nuestros labios han probado.





¿Te acuerdas del primero...? Indefinible;



cubrió tu faz de cárdenos sonrojos



y en los espasmos de emoción terrible,



llenaron sé de lágrimas tus ojos.





¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso



te vi celoso imaginando agravios,



te suspendí en mis brazos... vibró un beso,



y qué viste después...? Sangre en mis labios.





Yo te enseñe a besar: los besos fríos



son de impasible corazón de roca,



yo te enseñé a besar con besos míos



inventados por mí, para tu boca.


Claribel Alegría – “Ese Beso”





Ese beso de ayer



me abrió la puerta



y todos los recuerdos



que yo creí fantasmas



se levantaron tercos



a morderme.


Leonardo Padrón - “Novenario”





Tus besos me estropearon el idioma.



Hay una sílaba por cada día que te esperé.



Soy un escombro.



Una sobredosis mal escrita.



Un día de alambre.



Un mordisco negro en el corazón.


Luis Rogelio Nogueras - “Labios Sim Beijos”



(Imitación de Carlos Drumond de Andrade)





Otra boca besa la boca que mi boca ya no besa



otras manos tocan las manos que mis manos ya no tocan



otros ojos se miran en los ojos que ya no ven mis ojos





boca que te fuiste



manos que se fueron



ojos que se fueron





mi mano escribe el poema



que mi boca no quiere repetir, no



que mis ojos no quieren leer, no



mi mano escribe el poema de tu boca



(que tampoco repetirá tu boca)



el poema de tus ojos



(que tampoco leerán tus ojos)



el poema de tus manos



(que tus manos no tocarán)





se fue la boca, sí



se fueron las manos, sí



se fueron los ojos, sí





sólo queda el poema



manco



ciego



mudo

jueves, 13 de diciembre de 2007

Hans Christian Andersen

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El gran escritor danés nació el 2 de abril en Odense, Dinamarca. De familia muy pobre tuvo, algunas veces, que dormir bajo un puente y mendigar. Era hijo de un zapatero instruido pero enfermizo de veintidós años, y de una lavandera varios años mayor que él, de confesión protestante. Andersen les dedicó a sus padres: "La pequeña cerillera", y también "No sirve para nada", a pesar de su pobreza fue un niño muy querido. El padre adoraba a su hijo y a él se debió seguramente la pasión del pequeño Hans por el teatro, ya que le fabricó un teatrillo y unas marionetas para las que el niño cosía la ropa. Toda la familia vivía y dormía en una pequeña habitación.

Hans Christian mostró una gran imaginación desde temprano, que fue alentada por la indulgencia de sus padres y la superstición de su madre. En 1816 su padre murió y Andersen dejó de asistir a la escuela. Se dedicó a leer todas los libros que pudiera conseguir, sobre todo obras de: Ludvig Holberg y William Shakespeare.

Andersen decidió convertirse en cantante de ópera y se trasladó a Copenhague en septiembre de 1819. Una vez allí fue tomado por lunático, rechazado y prácticamente se quedó sin nada, pero hizo amistad con los músicos Christoph Weyse y Siboni y más tarde con el poeta Frederik Hoegh Guldberg. Su voz le había fallado, pero fue admitido como alumno de danza en el Teatro Real de Copenhague. Perezoso como era, perdió el apoyo de Guldberg, pero hizo amistad esta vez con Jonas Collin, el director del Teatro Real, que sería su amigo de por vida.

El rey Federico VI, se interesó en el extraño muchacho y lo envió durante algunos años a la escuela de Slagelse. A pesar de su aversión por los estudios, Andersen permaneció en Slagelse y en la escuela de Elsinor (en danés Helsingør) hasta 1827, aunque admitió más tarde que estos años fueron los más oscuros y amargos de su vida. Collin finalmente consideró acabados sus estudios y Andersen volvió a Copenhague.

El mismo año de 1827 Hans Christian logró la publicación de su poema El niño moribundo en la revista literaria Kjøbenhavns flyvende Post, la más prestigiada del momento. El poema apareció en las versiones danesa y alemana de la revista.

Al año siguiente Andersen ingresó a la Universidad de Copenhague. En 1829, cuando sus amigos  consideraron que nada bueno saldría de su excentricidad y vivacidad, tuvo un inusitado éxito con un volumen llamado: Un paseo desde el canal de Holmen a la punta Este de la isla de Amager. Andersen será un viajero empedernido - «viajar es vivir», decía - y escribirá después sus impresiones en los periódicos. De sus idas y venidas también sacó tema para sus escritos. También exitosa fue su primera obra de teatro, El amor en la torre de San Nicolás, publicada el mismo año de 1839.

Para 1831 había publicado el poemario Fantasías y esbozos y realizó un viaje a Berlín, cuya crónica apareció con el título Siluetas.

En 1833, recibió del rey una pequeña beca de viaje e hizo el primero de sus largos viajes por Europa. En 1834 llegó a Roma.

Italia inspiró su primera novela, El Improvisador publicada en 1835 con bastante éxito. El mismo año aparecieron también las dos primeras ediciones de Historias de aventuras para niños, seguidas de varias series de historias cortas. Antes había publicado un libreto para ópera, La novia de Lammermoor, y un libro de poemas titulado Los doce meses del año.

El valor de estas obras no fue muy apreciado en principio y tuvieron poco éxito de venta. No obstante, en 1838 Hans Christian Andersen ya era un escritor establecido.

Andersen fue un gran viajero. El más largo de sus viajes, entre 1840 y 1841, lo llevó a través de Alemania (donde hizo su primer viaje en tren), Italia, Malta y Grecia a Constantinopla. El viaje de vuelta lo llevó hasta el Mar Negro y el Danubio. El libro El bazar de un poeta (1842) donde narra su experiencia es considerado por muchos su mejor libro de viaje.

Mientras tanto, la fama de sus cuentos de hadas había ido creciendo. Comenzó a escribir una segunda serie en 1838 y una tercera en 1843, que apareció publicada con el título Cuentos nuevos.

Andersen se convirtió en un personaje conocido en Europa, a pesar de que en Dinamarca aún había quienes lo aceptaban con desgana. Sus obras ya eran traducidas al francés, al inglés y al alemán. En junio de 1847 visitó Inglaterra por primera vez, y su viaje resultó ser un éxito. Charles Dickens lo acompañó en su partida. Después de esto, Andersen continuó publicando, aspirando a convertirse en novelista y dramaturgo, lo que no consiguió. De hecho, Andersen no tenía demasiado interés en sus cuentos de hadas, a pesar de que sea justamente por ellos por los que sea apreciado hoy en día. Aún así, continuó escribiéndolos y en 1847 y 1848 aparecieron dos nuevos volúmenes. Tras un largo silencio, Andersen publicó en 1857 otra novela Ser o no ser. En 1863, después de otro viaje, publicó otro de sus libros de viaje, En España, país en que le impresionaron en especial las ciudades de Granada y Toledo. Cualquier tema le bastaba para levantar un cuento, un poema o una pieza teatral. "El soldado" se lo inspiró un soldado español de los que Napoleón envió a Dinamarca. Aquel muchacho le sonrió al niño que era Hans, lo cogió en brazos y le dio a besar una medalla de la Virgen que llevaba al cuello, hecho que no hizo mucha gracia a su madre, ya que la familia era cristiana protestante. Sin embargo, Andersen nunca olvidó la atención y la simpatía de aquel hombre y lo salvó del olvido con la composición citada que fue musicalizada por Robert Schumann y Edvard Grieg.

Una costumbre que Andersen mantuvo por muchos años, a partir de 1858, era narrar de su propia voz los cuentos que le volvieron famoso.

Hans Christian Andersen recibió en vida muchos honores. En 1866 el rey de Dinamarca le concedió el título honorífico de Consejero de Estado y en 1867 fue declarado Ciudadano ilustre de su ciudad natal.

Sus cuentos para niños continuaron apareciendo hasta 1872, cuando las últimas historias fueron publicadas en navidad. Durante la primavera de ese año, Andersen sufrió una caída desde su propia cama, lo que le produjo heridas graves. Nunca volvió a recuperarse del todo, y el 4 de agosto de 1875 murió en la casa llamada Rolighed, cerca de Copenhague donde está enterrado.

En su honor, desde 1956 se concede, cada dos años, el premio Hans Christian Andersen de literatura infantil y, desde 1966, también de ilustración.

Entre sus más famosos cuentos se encuentran El patito feo, El traje nuevo del emperador, La reina de las nieves, Las zapatillas rojas, El soldadito de plomo, El ruiseñor, El sastrecillo valiente y La sirenita. Han sido traducidos a más de 80 idiomas y adaptados a obras de teatro, ballets, películas, dibujos animados, juegos en CD y obras de escultura y pintura.

Algunas películas inspiradas en su Obra